¡Dios mío, mi alma se conmueve
y mi corazón se angustia
al considerar los horrores de la cruz!
¡Qué poco pensamos en ello para agradecerte
que sufrieras de tal manera por amor a tus criaturas,
que no éramos precisamente fieles adoradores tuyos,
al contrario, como tu palabra nos dice:
«Porque si siendo enemigos, fuimos reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo,
mucho más, estando reconciliados, seremos salvos por su vida.» (Romanos 5:10)Camila Plaza