2 formas de vivir La decisión que todos enfrentamos


1

Dios es quien gobierna al mundo.

Él hizo el mundo.

Él nos puso a cargo del mundo bajo su autoridad.



Digno eres, Señor y Dios nuestro, de recibir la gloria, la honra y el poder, porque tú creaste todas las cosas; por tu voluntad existen y fueron creadas.

Apocalipsis capítulo 4, versículo 11

El primer punto del mensaje cristiano dice que Dios está a cargo del mundo. Él es quien gobierna, el presidente, el rey. Sin embargo, y a diferencia de los líderes humanos, Dios siempre hace lo que es bueno para su pueblo. Es el tipo de persona que te gustaría tener sobre ti.

Dios gobierna al mundo porque él hizo al mundo. Como un alfarero con su greda, Dios construyó un mundo tal como él quiso, hasta en los detalles más pequeños. Él lo hizo, y él es el dueño.

Él también nos creó a nosotros. Dios creó a las personas parecidas a él, y las puso a cargo de su creación — para gobernarla, cuidarla, para ser responsables por ella, y para gozar de toda su belleza y bondad. Él designó a la humanidad para que supervisara y cuidara esta creación, pero siempre bajo la autoridad de Dios, honrándolo y obedeciendo sus instrucciones.

Puedes ver una representación de esto en el dibujo de la izquierda: Dios es quien gobierna (corona) y la humanidad es creada para vivir y gobernar la creación de Dios bajo la amorosa dirección de Dios.

Esto suena ideal — Dios en el cielo, las personas a cargo de la creación según sus instrucciones, y todo marchando a las mil maravillas. Pero es evidente que no todo anda bien — ni con nosotros ni con el mundo.

Pero ¿es así ahora?


2

Todos rechazamos la autoridad de Dios al tratar de dirigir nuestras vidas a nuestro modo y sin él.

Pero no podemos dirigirnos a nosotros mismos, ni a nuestra sociedad, ni al mundo.



No hay un solo justo, ni siquiera uno; no hay nadie que entienda, nadie que busque a Dios. Todos se han extraviado.

Romanos capítulo 3, versículos 10-12

La triste realidad es que, desde el comienzo hombres y mujeres en todas partes han rechazado a Dios al hacer lo que ellos quieren. Todos hacemos esto. No queremos que alguien nos diga lo que debemos hacer o cómo debemos vivir — especialmente Dios — así que nos rebelamos contra él de muchas formas. Lo ignoramos y seguimos haciendo lo que nosotros queremos, o no obedecemos sus instrucciones para vivir en este mundo, o “enojados” lo apuntamos con el dedo y le ordenamos que se pierda de vista.

Todos somos rebeldes, no importa cómo manifestemos esa rebelión, ya que tenemos algo en común: nadie vive como Dios nos pide. Preferimos hacer caso a nuestros propios deseos y hacer las cosas como nosotros queremos, sin Dios. Esta actitud rebelde y auto suficiente es la que en la Biblia se llama ‘pecado’.

El problema es que al rechazar a Dios no sólo arruinamos nuestra vida, sino que también arruinamos nuestra sociedad y el mundo entero. El mundo está lleno de gente haciendo lo que les conviene a ellos, en vez de obedecer a Dios. Todos estamos actuando como si fuéramos pequeños dioses, con nuestras propias coronas y compitiendo entre nosotros. El resultado de esto es miseria total. El sufrimiento y la injusticia que vemos a nuestro alrededor tienen su origen en nuestra rebelión contra Dios.

Al rebelarnos contra Dios, hemos echado todo a perder. La pregunta es: ¿qué hará Dios?

¿Qué hará Dios con esta rebelión?


3

Dios no permitirá que nuestra rebelión continúe para siempre.

El castigo de Dios por la rebelión es juicio y muerte eterna.



Y así como está establecido que los seres humanos mueran una sola vez, y después venga el juicio.

Hebreos capítulo 9, versículo 27

Dios se preocupa tanto por nosotros que toma muy en serio esta rebelión. Él nos llama a responder por nuestras acciones, porque le preocupa lo mal que lo estamos tratando, y lo mal que tratamos a los demás. En otras palabras, no va a permitir que la rebelión continúe para siempre.

La sentencia que Dios pronuncia en contra de nosotros es totalmente justa, ya que nos da lo que hemos pedido. Al rebelarnos contra Dios, le estamos diciendo: “¡Vete! No quiero que me digas lo que tengo que hacer, déjame solo.” Y esto es precisamente lo que Dios hace. Su sentencia a los rebeldes es retirarse de sus vidas, cortar los lazos que los unen con él — de forma permanente. Pero como Dios es la fuente de la vida y todo lo bueno, cortar los lazos con él significa muerte e infierno para los rebeldes. La sentencia de Dios contra los rebeldes es una muerte eterna y sin Dios.

Esta es una cosa terrible, estar bajo la sentencia del juicio de Dios. Es un porvenir que todos nosotros enfrentamos puesto que somos culpables de rebelarnos contra Dios.

¿Y esto es todo? ¿Lo que nos espera es muerte y ruina eterna? Lo sería, si no fuera por la milagrosa intervención de Dios.

La justicia de Dios suena muy dura. Pero ...


4

Porque nos ama, Dios envió a su hijo a este mundo: el hombre Jesucristo.

Jesús vivió siempre en obediencia a Dios.

Pero al morir en lugar nuestro, él tomó sobre sí nuestro castigo y nos trajo el perdón.



Cristo murió por los pecados una vez por todas, el justo por los injustos, a fin de llevarlos a ustedes a Dios. Él sufrió la muerte en su cuerpo, pero el Espíritu hizo que volviera a la vida.

1 Pedro capítulo 3, versículo 18

Debido a su gran amor y generosidad, Dios no nos dejó sufrir las consecuencias de nuestra tonta rebelión. Él hizo algo para salvarnos. Envió a su propio y divino hijo a nuestro mundo para que llegara a ser un hombre — Jesús de Nazaret.

A diferencia de nosotros, Jesús no se rebeló contra Dios. Siempre vivió en obediencia a Dios. Él siempre hizo lo que Dios le pidió, por lo que no merecía el castigo o la muerte. Pero Jesús sí murió. Si bien tenía el poder de Dios para sanar a los enfermos, para caminar sobre el agua, e incluso resucitar a los muertos, Jesús permitió que lo ejecutaran en una cruz. ¿Por qué?

La Biblia vibra con la increíble noticia que Jesús murió en el lugar de nosotros, los rebeldes. Al morir en lugar nuestro, Jesús pagó la deuda que manteníamos con Dios. Él recibió todo el impacto de la sentencia de Dios, de tal forma que el perdón pudiera estar a nuestra disposición.

Nosotros no merecemos todo esto. Por donde se le mire, es un regalo tremendamente generoso.

Pero esto no es todo ...


5

Dios resucitó a Cristo de la muerte para que gobierne al mundo.

Jesús ha vencido a la muerte, ahora él regala una vida nueva, y volverá para juzgar al mundo.



Alabado sea Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo. Por su gran misericordia, nos ha hecho nacer de nuevo mediante la resurrección de Jesucristo.

1 Pedro capítulo 1, versículo 3

Dios aceptó la muerte de Jesús como pago total por nuestros pecados y lo resucitó de entre los muertos. El Jesús resucitado es ahora lo que la humanidad siempre debió haber sido: el que gobierna al mundo en nombre de Dios.

Al gobernar al mundo, Jesús también es juez del mundo. La Biblia promete que un día él va a volver y nos llamará para que rindamos cuenta de nuestras acciones.

Por ahora Jesús nos ofrece una vida nueva que comienza aquí y que continúa en la eternidad. Aquí nuestros pecados pueden ser perdonados por medio de la muerte de Jesús y podemos partir de nuevo con Dios, pero ya no como rebeldes, sino como amigos. En esta vida nueva, Dios mismo vive en nosotros por medio de su Espíritu. Podemos experimentar el gozo de una nueva relación con Dios.

Aun más, como somos perdonados por medio de la muerte de Jesús, podemos tener la seguridad de que nos aceptará cuando él vuelva a juzgar al mundo. El Jesús resucitado nos dará vida eterna, no porque la merezcamos, sino porque él murió en nuestro lugar.

¿Y a dónde nos lleva todo esto? Nos lleva a decidir entre dos formas de vivir.


6

Las dos formas de vivir

A. La nuestra:
  • Rechazar la autoridad de Dios
  • Tratar de controlar nuestras vidas
B. La nueva vida de Dios:
  • Someterse a la autoridad de Jesús
  • Confiar en la muerte y resurrección de Cristo
Consecuencias:
  • Condenados por Dios
  • Enfrentar un juicio y una muerte segura
Consecuencias:
  • Perdonados por Dios
  • Recibir la vida eterna

El que cree en el Hijo tiene vida eterna; pero el que rechaza al Hijo no sabrá lo que es esa vida, sino que permanecerá bajo el castigo de Dios.

Juan capítulo 3, versículo 36

Podemos continuar con nuestra rebelión en contra de Dios, y seguir intentando controlar nuestras vidas sin él. Desgraciadamente, esta es la opción que muchos han escogido.

El resultado de esto es que Dios nos da lo que buscamos y merecemos. Nos condena por haber rechazado su legítima autoridad sobre nosotros. No sólo tenemos que hacer frente a las enredadas consecuencias inmediatas de haber rechazado a Dios, sino que también enfrentamos la horrible perspectiva de toda una eternidad sin él, sin vida, sin amor, sin compañerismo.

Hay esperanza para aquellos de nosotros que nos hemos dado cuenta de lo desesperado de nuestra situación. Todo cambia si nos volvemos a Dios y buscamos su misericordia, confiando sólo en la muerte y resurrección de Jesús.

Para empezar, Dios borra todos nuestros pecados. Él acepta la muerte de Jesús como pago por nuestros pecados, y nos otorga un perdón total. Derrama su Espíritu en nuestros corazones y nos regala una vida nueva que no tiene fin. Ya no somos rebeldes, sino miembros de la familia de Dios como hijos e hijas adoptivos. Ahora nos sometemos a la autoridad de Jesús.

Estas dos formas de vivir no pueden ser más diferentes entre sí, y te desafían a tomar algunas decisiones.

¿Cuál de estos dibujos representa la manera en la cual quieres vivir?



FIN

Lo primero que te debes preguntar es: ¿Cómo voy a vivir?

Si tu respuesta a esta pregunta es ‘como yo quiero’, entonces lo más probable es que no aceptes el mensaje que se te ha presentado. A lo mejor no crees que Dios va a juzgar a los rebeldes, o no te consideras un rebelde. Si este es tu caso, entonces piensa con cuidado. Sería aconsejable que estudiaras más detenidamente las afirmaciones de esta página, ya que si son ciertas, sus consecuencias son vida o muerte. Lo que podrías hacer es conseguir una versión moderna de la Biblia y leer tú mismo lo que allí se dice (un buen inicio es el evangelio de Marcos). O podrías conversar con un amigo tuyo que sea cristiano o con algún pastor.

Sin embargo, si reconoces tu rebelión contra Dios y deseas vivir bajo su autoridad, la pregunta es: ¿Qué tienes que hacer?


1. Conversar con Dios

Lo primero que tienes que hacer es conversar con Dios. Debes admitir delante de él que te rebelaste contra él, que mereces el castigo, y que le estás pidiendo que tenga misericordia de ti porque Cristo murió en tu lugar. También necesitas pedirle que te ayude a cambiar de rebelde a alguien que vive bajo la autoridad de Jesús. Puedes orar así:

Dios,

Sé muy bien que no merezco que me aceptes. No merezco el regalo de la vida eterna. Soy culpable de haberme rebelado contra ti y de haberte ignorado. Necesito tu perdón.

Gracias por enviar a tu hijo a morir para que yo pueda ser perdonado. Gracias por haberle resucitado de la muerte para darme vida nueva.

Perdóname y cámbiame, para que pueda vivir bajo la autoridad de Cristo. Amén.

Entonces, el primer paso es orar.

2. Someterse a Jesús

El segundo paso es bastante obvio. Habiendo orado una oración como la anterior, querrás empezar a ponerla en práctica — o sea, realmente someterte a Jesús. Sin duda alguna, vas a necesitar hacer cambios en muchas áreas de tu vida. Tendrás que abandonar tus conductas rebeldes (como avaricia, ira, egoísmo, etc.) y comenzar cosas nuevas que agradan a Dios (como generosidad, bondad, amor y paciencia). Este segundo paso te va a acompañar el resto de tu vida, pero Dios estará contigo todo el tiempo. Te hablará constantemente (por medio de tu lectura de la Biblia), continuará escuchándote y ayudándote (cuando ores), te dará la fuerza para cambiar y para vivir según su voluntad (por medio de su Espíritu que vive en ti), y te proveerá de hermanos y hermanas para animarte en el camino (al reunirte con otros cristianos).

El segundo paso es someterse a Jesús y empezar a vivir bajo su autoridad.

3. Confiar en Jesús

Lo tercero que tienes que hacer también es algo que debes hacer el resto de tu vida. Necesitas confiar en la persona adecuada. Es gracias a Jesús (y a su muerte y resurrección) que hoy gozas de perdón y de una nueva relación con Dios. Esto es algo que debes recordar constantemente, ya que al iniciar tu nueva vida, vas a fallar muchas veces y harás cosas que no debes. A todos nos pasa. Todos necesitamos recordar que nuestro perdón es exclusivamente gracias a la muerte de Jesús en la cruz. Nunca debemos dejar de confiar en él —y sólo en él— como el medio por el cual recibimos el perdón y la vida eterna.

Si eres consciente de que necesitas dar este paso porque todavía eres un rebelde que no ha sido perdonado, entonces tienes que hacer algo. Delante de ti hay sólo dos caminos. Es la decisión que todos enfrentamos. Hay sólo dos formas de vivir.

Material obtenido de matthiasmedia

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